¿A qué no sabes dónde estoy?Conociendo lo curiosa y enamoradiza que es mi pequeña amiga, preferí no especular y dejé que sola me lo contara. Se ahogó entre risitas. Me la imaginé colorada como un tomate. Sí ..., estaba en un Sex Shop.
Claro, ahora es más fácil, pensé para mis adentros. La cuestión era lidiar con la curiosidad y entrar en otras épocas y tiempos, donde no estaban como ahora las reuniones al viejo estilo tupper ware pero del sexo.
Esas míticas reuniones dedicadas antes a vender utilería de cocina apta para toda mujer que cocinaba, ahora existen. Con la diferencia que el protagonista es el sexo.
A la venta se ofrecen adminículos emulando lo más importante del hombre, anatómicamente hablando, por supuesto, todo igual que lo que había en el local.
Pero digamos que en una reunión entre mujeres hay más confianza y una se puede reír a sus anchas, de la vergüenza, del intento de vencer la timidez, puede confesar libremente sus ganas de jugar en el sexo, esas son otras de las bondades que componen una reunión de ese tipo, hechas en casa.
Confieso que la visita y el llamado de mi amiga me dejó muda. Pero de admiración y de envidia. Todavía recuerdo mi última visita excursión a uno...
(continuará)
Por Mónica Beatriz Gervasoni (La morocha urbana)
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